El equipamiento está centrado en el niño y sus etapas de desarrollo teniendo en cuenta los grandes cambios que experimentan en poco tiempo. Usando la arquitectura como un medio potencialmente formativo, se busca promover la interacción con el ambiente y obtener una influencia positiva que favorezca tanto el desarrollo de la independencia como de la autonomía.   
Para lograrlo, se han tomado una serie de decisiones que van desde la altura de la cama y el acceso a los juguetes, hasta el uso alternativo de las paredes. Estas paredes, que se revisten con texturas concretas, ofrecen funciones extra: pueden ser a la vez lámparas como superficies imantadas donde sujetar papel para dibujar o fijar fotografías, otorgando la cualidad de un muro cambiante y flexible en el tiempo, reflejando el momento vital del habitante.
Otra de las prioridades es la creación de situaciones en torno a la experiencia de la lectura que generen un recuerdo placentero: la memoria de una experiencia agradable asociada a una situación concreta que invite al niño a repetirla. La pared que contiene el armario se horada creando un pequeña cavidad: el refugio de lectura, la cama incorpora a los pies una plataforma para sentarse a leer en compañía, ofreciendo así otro tipo de experiencia en torno a la lectura. Esta plataforma contiene a su vez, dos amplios cajones bajos pensados para brindar autonomía tanto en el acceso como en el guardado de los juguetes. En la zona del cabecero se esconde un arcón para almacenamiento y una hendidura lateral para tener a mano el material de lectura nocturno.
En el armario se ha dejado previsto un pequeño panel fijo para la futura incorporación de una mesa de trabajo bajo la ventana, cuando las necesidades del niño cambien.
Se trabajan distintos niveles de iluminación para generar diferentes climas: un primer nivel general para el armario, las lunas amarillas, como "luz de noche",  un lineal sobre el muro interactivo y por último la iluminación cenital de la pequeña casa del armario.