El encargo viene generado por la necesidad de adaptar la vivienda habitual de una familia a los cambios producidos por las nuevas etapas vitales que atraviesan sus integrantes. La intervención se extiende solo a una parte de la vivienda, conservando los dormitorios sobre la fachada interior y los aseos existentes. El programa debía cumplir una serie de premisas, como aportar un nuevo dormitorio para uno de los niños y reubicar la cocina.
La distribución original se organizaba en torno a una circulación que atravesaba longitudinalmente toda la vivienda como una "carretera doméstica", impidiendo que la luz natural llegue a todas las estancias.
Una serie de acciones estratégicas nos permite liberar la planta y reestructurarla funcionalmente, consiguiendo un gran espacio unificado para el desarrollo de la vida familiar común, en el que se integran la cocina, el comedor y la sala, además de una zona con escritorio.
De esta forma, logramos una separación fluida entre la parte pública y abierta de la vivienda, y la parte más íntima y privada de los dormitorios. La parte pública de la vivienda se compone de una única gran estancia en la que conviven todas las actividades "compartidas" de la familia. Una serie de equipamientos fijos organizan este gran espacio: biblioteca y televisión, una isla de forma irregular que actúa como lugar de encuentro ofreciendo una superficie flexible y una zona de trabajo más individual.
En la parte privada se ubican tres dormitorios, dos de ellos existentes, sobre la fachada posterior y un tercer dormitorio alojado en el interior de un nuevo volumen insertado, revestido en su lado largo en madera, escondiendo un armario y una puerta tras una textura abstracta. Los testeros se resuelven con texturas metálicas.
Este nuevo volumen, permite además reorganizar la circulación reduciendo considerablemente su longitud y creando al final del recorrido una dilatación que sirve como vestíbulo de acceso a los dormitorios existentes y al nuevo lavadero. Esta dilatación contiene un espejo que ofrece una doble función: rematar el recorrido que comienza desde las zonas comunes y por otro, producir una ampliación virtual de este pequeño espacio.
Todas las decisiones se han condicionado también a la necesidad de hacer las mínimas modificaciones en el trazado de las instalaciones existentes. Para ello, se hace un enroque entre la posición de la cocina y el lavadero, eliminando la necesidad de trasladar la caldera de su posición original.
La paleta de materiales reducida a dos elementos con los que trabajar: madera y chapa metálica.