La intervención se desarrolla dentro de una de las naves preexistentes de la bodega,  extendiéndose también al patio de acceso y las fachadas de esta nueva zona social. Se propone un recorrido organizado de manera secuencial que permita al visitante ir descubriendo, a medida que avanza, los diferentes momentos que la experiencia le ofrece.
Un primer gran espacio recibe al visitante. Aquí se agrupan una zona de recepción junto al acceso y una amplia zona de reunión y catas. Desde este punto se puede visualizar la totalidad del conjunto, que presentando fugas en varias direcciones, invita al visitante a escoger qué dirección tomar. El uso de la madera en el revestimiento de las paredes que envuelven la sala logra otorgar calidez al ambiente, independientemente de sus grandes dimensiones. Este perímetro de madera se utiliza como soporte de diferentes funciones como una biblioteca en la zona de espera junto a la recepción, expositor para aislar los diez tipos de vino que produce la bodega, o transformándose en un "muro histórico" a modo de pequeño museo en el que se exhiben antiguas piezas mecánicas y que anticipa el siguiente espacio por el que continúa la experiencia.
La secuencia prosigue en la sala de proyecciones: de atmósfera oscura, una lámpara realizada con las mismas botellas de vidrio que se utilizan en la bodega, baña el espacio con un tono verdoso que no permite una oscuridad total mientras se espera que comience la proyección.
A partir de aquí, el visitante accede al sector original de la bodega, la zona de proceso, donde recorrerá espacios excavados en la tierra atravesando la gran nave de barricas, una sala de catas, las naves de elaboración y un restaurante, para finalizar la experiencia en el último espacio del proyecto: la tienda.
La tienda es el final de la experiencia. Se presenta al visitante como un gran espacio diáfano con pesadas mesas de madera maciza para las degustaciones finales. La exposición de los productos de la bodega se resuelve con un elemento arquitectónico metálico de gran porte que rodea el perímetro por tres de sus lados, y que además es utilizado para iluminar el espacio indirectamente. La misma madera que envuelve al vino en las barricas para mejorarlo, aquí envuelve al visitante para mejorar su experiencia aportando todas sus propiedades organolépticas. La tienda, en definitiva, funciona como punto final de la visita, donde luego de recorrer la bodega, se producen encuentros en torno a una mesa, donde poder compartir lo vivido.
Las fachadas del patio de acceso se resuelven como un reflejo del interior: nuevamente la madera envuelve como una segunda piel todas las irregularidades preexistentes logrando unificar una superficie accidentada, que nos devuelve una imagen abstracta, sobre la que se inserta el volumen de chapa negro que marca el acceso.